El asesino silencioso: la lucha para acabar con el envenenamiento por plomo
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El asesino silencioso: la lucha para acabar con el envenenamiento por plomo

19 minutos
Escrito por Small World Stories para GAHP
El informe recién publicado «Contaminación y Salud: un informe sobre los avances,» encontró que 900.000 personas en todo el mundo murieron por envenenamiento por plomo en 2019. Esto supone un aumento del 5% respecto a 2015 y aún así es probable que se esté subestimando el número de muertes. La naturaleza insidiosa de la intoxicación por plomo significa que la magnitud del problema apenas está emergiendo.

En Senegal, donde cerca del 50% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, el reciclaje informal de baterías de automóviles para obtener plomo es uno de los principales factores contribuyentes a la contaminación por ese metal. Esta práctica puede ser una fuente de ingresos lucrativa para las familias, que se ganan la vida rompiendo las baterías en sus patios, a menudo sin saber que están envenenando a sus hijos, a ellos mismos y al ambiente. Los efectos más devastadores del envenenamiento por plomo se observan en los niños. Pero se trata de un asesino silencioso, que se cobra sus víctimas de forma gradual y que a menudo pasa desapercibido durante años.

«Es muy posible que los niños estén enfermando por envenenamiento con plomo, pero que no se esté detectando», avisa el profesor Mamadou Fall, director del Centro de Control de Intoxicaciones, parte del Ministerio de Salud y Acción Social de Senegal. «Es bastante raro que los pediatras que ven a un niño con los síntomas, especialmente si son leves, los relacionen con la contaminación por plomo. Es muy posible que estos niños enfermen, sean tratados por otras cosas y los síntomas desaparezcan, sin que nadie llegue al fondo de la causa».

«El plomo se acumula en la sangre, pero también se acumula en los huesos. El tratamiento puede eliminar el plomo de la sangre, pero el plomo que se ha acumulado en los huesos puede pasar de nuevo a la sangre. Por eso hay que repetir y repetir el control y si es necesario, tambien el tratamiento. Lleva tiempo, incluso puede llevar años». — Profesor Mamadou Fall

Se calcula que más de 800 millones de niños de todo el mundo tienen niveles de plomo en sangre superiores a 5 microgramos por decilitro, el nivel de intervención designado por la Organización Mundial de la Salud, aunque la exposición a cualquier tipo de plomo puede ser perjudicial. La intoxicación por plomo daña de forma irreversible el cerebro, el sistema nervioso, el corazón, los pulmones y los riñones de los niños, aunque en las primeras fases sus síntomas suelen ser leves. Uno de los problemas para detectarla es que los síntomas iniciales —dolor abdominal, vómitos y diarrea— suelen confundirse con los de la malaria.

«Si el niño sobrevive a los efectos inmediatos, hay una fase intermedia… Ahí es cuando detectamos que el sistema nervioso empieza a verse afectado», explica el profesor Fall. «El mayor problema es la pérdida de capacidad intelectual, lo que implica la pérdida de la capacidad para tener éxito en la escuela, lo cual tiene efectos en cadena para el resto de sus vidas».

Una tragedia nacional

Senegal ya arrastra las cicatrices de la intoxicación por plomo. En 2008, el tema saltó a los titulares cuando 18 niños murieron repentinamente en la pequeña comunidad costera de Ngagne Diaw, en Thiaroye-Sur-Mer, a las afueras de Dakar. A medida que se desarrollaba la tragedia, al menos 14 niños más murieron y muchos más desarrollaron problemas de aprendizaje que les cambiaron la vida.

La causa del brote se atribuyó al reciclaje informal de baterías de plomo para automóviles. La catástrofe sacudió a todo Senegal. Se desmanteló la pequeña industria local, se puso en marcha una operación de limpieza y las familias empezaron a recomponer sus vidas destrozadas.

En noviembre de 2021, el Centro de Control de Intoxicaciones, Pure Earth y la Alianza Mundial sobre Salud y Contaminación (GAHP) visitaron Ngagne Diaw para realizar pruebas de plomo. El suelo ahora tiene menos de un 0,04% de plomo. En 2008, Pure Earth encontró niveles 30 veces superiores a los considerados perjudiciales para el desarrollo de un niño. Puede que las cosas hayan mejorado en Ngagne Diaw, pero es probable que el envenenamiento por plomo se produzca en otros lugares y que sus efectos simplemente pasen desapercibidos.

En noviembre de 2021, el Centro de Control de Intoxicaciones de la Universidad Cheikh Anta Diop, Pure Earth y GAHP visitaron Ngagne Diaw para realizar pruebas de plomo. El suelo ahora tiene menos de un 0,04% de plomo. © Sarah Berg para Pure Earth/GAHP

Poison Control Centre of Cheikh Anta Diop University testing the soil for lead
En noviembre de 2021, el Centro de Control de Intoxicaciones de la Universidad Cheikh Anta Diop, Pure Earth y GAHP visitaron Ngagne Diaw para realizar pruebas de plomo. El suelo ahora tiene menos de un 0,04% de plomo. © Sarah Berg para Pure Earth/GAHP

Medios de vida letales

«Sigue siendo un problema», advierte Mamadou Lamine Diamé, director de proyectos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Senegal. «En Dakar hay muchos sitios informales donde la gente sigue dedicándose al reciclaje de forma informal, lo cual es muy difícil de controlar para el Gobierno. «Hasta cierto punto, la gente es consciente de los riesgos que corre, pero por supuesto los asume porque es su medio de vida».

Seynabou Mbengue Ndiaye, que recicló baterías de plomo-ácido en Ngagne Diaw durante 20 años, conoce demasiado bien los estragos que puede provocar el envenenamiento por plomo. Cinco de sus hijos murieron durante la catástrofe. «Siempre era la mismo escena», recuerda. «Tenían convulsiones, entonces los llevábamos al hospital… les recetaban medicamentos, se calmaban un rato. El niño volvía a jugar y cuando las convulsiones se repetían, moría.Todos murieron así».

Seynabou dejó de reciclar las baterías una vez que quedó clara la relación entre su trabajo y la muerte de sus hijos. Pero otros no lo han hecho.

«Conocimos a una señora que nos dijo que, a pesar de haber perdido tres hijos, sigue en este negocio», relata Khadidiatou Djigo, coordinador de GAHP en Senegal. «Como es una fuente de ingresos y no tienen otra actividad… seguirán trabajando a escondidas».

Una cuestión compleja

En muchos sentidos, Senegal es un país inusual, porque la catástrofe de Ngagne Diaw situó este problema oculto en el foco de la conciencia pública. Pero lo que ha sucedido desde entonces ilustra dolorosamente lo complejo que es abordar el envenenamiento por plomo, a pesar de la clara amenaza que supone para la salud humana y el ambiente. Este año, con el apoyo de la GAHP, el profesor Fall y su equipo del Centro de Control de Intoxicaciones impartirán un curso destinado a formadores a fin de capacitar a médicos, enfermeras y trabajadores de la salud de la comunidad en zonas de Senegal consideradas de alto riesgo de contaminación por plomo para detectar los síntomas de la intoxicación. Para los niños expuestos esta iniciativa podría salvarles la vida. Pero también es esencial detener el reciclaje informal que conduce a dicha exposición.

Una forma de hacerlo es garantizar que las baterías se reciclen de forma segura. A raíz del desastre de Ngagne Diaw, se construyó una planta de reciclaje de baterías de plomo-ácido en Sébikotane, a 45 kilómetros al este de Dakar. Aunque la fundición se construyó de acuerdo con las normas ambientales y sanitarias nacionales, hasta hoy la comunidad de Sébikotane sigue aterrorizada por la exposición al plomo.

Zaïnoul Abédine Diagne, funcionario que vive en Sébikotane, afirma que, cuando se construyó la fundición, salía un olor «abrumador y asfixiante» que alimentaba los temores de la comunidad. Esto llevó a Zaïnoul y a otros habitantes de Sébikotane a organizar una campaña para trasladar la planta, que ya lleva más de una década en funcionamiento. «Mi comunidad tiene miedo de que lo que ocurrió en Dakar ocurra aquí, que los niños mueran», revela. «El terrible olor ya ha desaparecido, pero no sabemos si el plomo está envenenando nuestros órganos sin que lo sepamos».

«El terrible olor se ha ido ahora pero no sabemos si el plomo está envenenando nuestros órganos sin que lo sepamos.» – Zaïnoul Abédine Diagne

Atajar el problema de raíz

Algunas baterías de plomo-ácido ahora pueden recargarse, lo que significa que es menos probable que acaben en manos de recicladores informales. En septiembre de 2021, el gobierno senegalés inició un proyecto piloto de 18 meses para construir tres centros de recolección con tecnología de recarga en Dakar, Saint-Louis y Kaolak, todas ellas zonas altamente industrializadas.

En la actualidad, los talleres informales sólo pueden recuperar la mitad del costo de una batería si la reciclan en una fundición, e incluso entonces hay problemas porque una planta de reciclaje no recolecta y transporta las baterías y tampoco acepta todas las baterías. Pero las baterías que se envíen a los nuevos centros de recolección formales pueden ser repuestas por completo (si son recargables) y luego devueltas al taller para utilizarlas como si fueran nuevas.

A car battery at a mechanic shop in Ngagne Diaw
Una batería de automóvil en un taller mecánico en Ngagne Diaw en 2021. © Sarah Berg para Pure Earth/GAHP
Se espera que estos cambios y las nuevas normas para los talleres para almacenamiento formal de las baterías usadas y el control de su recolección, reduzcan en gran medida el reciclaje informal.

Sin embargo, a pesar de estos cambios, Mamadou Lamine Diamé del Ministerio de Ambiente, afirma que es probable que persista el reciclaje informal: «Lo realmente importante es proporcionar medios alternativos de vida a las personas. Esto es lo que determinará si realmente podemos erradicar esta actividad clandestina o no».

Necesidad de colaboración

El profesor Fall cree que sólo una respuesta multisectorial puede acabar realmente con el reciclaje informal en Senegal y ayudar al país a liberarse del peso de la intoxicación por plomo. «Es muy importante que haya un programa coordinado que permita hacer un seguimiento muy específico y trabajar con el personal de salud en terreno… Pero también se debe organizar la coordinación con las autoridades del Ministerio de Ambiente. Para hacer frente a esto, tiene que haber un programa mucho más amplio que involucre a todos».

Los engranajes de esta coordinación intersectorial se han puesto en marcha gracias al Plan de Acción sobre Salud y Contaminación de Senegal, un programa de GAHP que reúne áreas del gobierno de varios ministerios, académicos, sector privado y sociedad civil para formar un grupo de trabajo que identifique los principales problemas ambientales del país y estrategias para abordarlos. No es de extrañar que la contaminación por metales pesados, incluido el plomo, sea una de esas prioridades.

Seynabou Mbengue Ndiaye with her grandchild
Seynabou Mbengue Ndiaye con su nieto en 2021. © Sarah Berg para Pure Earth/GAHP

«La voluntad política de abordar el problema está, pero hace falta más conciencia entre los líderes políticos y los medios para hacer frente al problema. La exposición, no sólo al plomo sino a contaminantes como los pesticidas, es el pariente pobre del sistema de salud, está bastante postergada», concluye el profesor Fall. Y añade: «Ha habido algunos avances pero nos queda mucho camino por recorrer. Ayer mismo cambié la batería de mi coche —la dejé en el taller— y no puedo confiar en lo que pasará con ella».

Para la próxima generación de niños senegaleses, la toma de acción nunca será lo suficientemente rápida.