
El Informe
Resumen Ejecutivo
Una amenaza existencial
La Comisión sobre Contaminación y Salud de Lancet 2017 concluyó que la contaminación es el factor de mayor riesgo ambiental de enfermedad y muerte prematura global, así como una amenaza existencial para la salud humana y planetaria, que pone en peligro la sostenibilidad de la sociedad moderna.
Este análisis actualizado, publicado en la revista The Lancet Planetary Health proporciona una serie de nuevos conocimientos críticos y muestra que el impacto de la contaminación sigue siendo importante, y que el número de muertes anuales no ha disminuido desde 2015.
Conclusiones seleccionadas

© Sean Gallagher
Este análisis actualizado muestra que la contaminación sigue siendo responsable de la asombrosa cifra de 9 millones de muertes prematuras globales al año, una de cada seis.
Esto significa que la contaminación ha causado aproximadamente 45 millones de muertes entre 2015 y 2019, años a los que corresponde la información prevista en el informe anterior y actual respectivamente. En general, los 9 millones de muertes anuales relacionadas con la contaminación es casi un 50% mayor a la suma de todas las muertes globales registradas hasta la fecha por COVID-19 (alrededor de 6.247 millones hasta el 6 de mayo de 2022, según la OMS) y son también mayores que la suma de todas las muertes globales que en 2019 se atribuyeron a la guerra y terrorismo, SIDA, tuberculosis, malaria y consumo de drogas/alcohol.
Además, en los 5 años transcurridos desde el último informe de la Comisión Lancet (con datos del 2015), este nuevo análisis (basado en datos de 2019) muestra que la proporción de las muertes debidas a la contaminación moderna ha aumentado sustancialmente: un 66% desde 2000. La contaminación moderna es el resultado de la industrialización y la urbanización, e incluye la contaminación del aire ambiental y por químicos, especialmente el plomo. En los países de renta baja y media (LMIC, por sus siglas en inglés) se redujeron las muertes por contaminación tradicional asociadas a la pobreza que incluyen la contaminación del aire en las viviendas de las comunidades más empobrecidas y de las fuentes de agua. Sin embargo, a pesar de las mejoras en lo que respecta a la calidad del agua, ésta sigue siendo la segunda causa de muerte relacionada con la contaminación. Además, la reducción de las muertes por contaminación tradicional se vio contrarrestada por el aumento en las causadas por la contaminación moderna.
La contaminación atmosférica es el factor que más contribuye a las muertes relacionadas con la contaminación, ya que representa 6.67 millones o casi tres de cada cuatro (74%) de los 9 millones de muertes totales globales. Hay dos tipos principales de contaminación atmosférica. Una es la contaminación del aire doméstico o interior de las viviendas (asociada a la pobreza extrema) que es el resultado de la quema de leña, biomasa, carbón vegetal o queroseno utilizados normalmente para calentar y cocinar. La otra es la contaminación del aire ambiental o exterior producido principalmente por la industrialización, los vehículos propulsados por combustibles derivados del petróleo, la agricultura mecanizada y la generación de electricidad.
Aunque en términos de muertes prematuras se sitúa por detrás de la contaminación del aire total (aire interior y ambiental) y del agua, la contaminación por plomo contribuyó con 900.000 muertes prematuras en 2019; esto es un 5% más que en 2015 y es probable que se estén subestimadas. Su impacto total también es devastador, especialmente en niños. Más de 800 millones de niños en todo el mundo están intoxicados mostrando niveles de plomo en sangre superiores a 5 µg/dl, que es el nivel de intervención designado anteriormente por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos (recientemente se ha reducido a 3,5 µg/dl). El nivel de 5 µg/dl de plomo en sangre podría reducir entre 3 y 5 puntos la calificación en los test de inteligencia, lo que puede traducirse en aumento del fracaso escolar, disminución de la productividad, comportamiento más violento y una pérdida económica global de casi mil millones de dólares anuales.
Cada vez hay más pruebas de que los contaminantes pueden viajar largas distancias con el viento, el agua, la cadena alimentaria y en los productos de consumo. Por ejemplo, los vientos globales transportan la contaminación atmosférica desde el este de Asia hasta América del Norte, pasando por Europa, el Ártico y Asia Central. La amenaza del transporte transfronterizo de químicos es de creciente preocupación ya que los metales tóxicos (especialmente el plomo) se encuentran con más frecuencia en los productos de cultivo y manufacturados en los países de renta baja y media y son consumidos en los países de renta alta.
Evaluación de políticas y avances

© Larry C. Price
A pesar de los esfuerzos constantes de individuos, grupos y gobiernos nacionales comprometidos, la actualización del informe muestra que se han hecho pocos progresos en la lucha contra la contaminación en la mayoría de los países de ingresos bajos y medios (en los países ricos se han mostrado una disminución constante de las muertes por contaminación).
Hay algunos casos de éxito en los países de renta baja y media (LMIC, por sus siglas en inglés), pero en general se ha prestado poca atención al problema, ya sea en las estrategias de desarrollo como en la ayuda al desarrollo. Es necesario prestar urgente atención al control de la contaminación, haciendo hincapié en la del aire y la intoxicación por plomo, así como dar mayor atención a los químicos peligrosos.
Resumen de las recomendaciones de la Comisión
La contaminación es una amenaza planetaria. Sus causas, su dispersión y su impacto en la salud trascienden las fronteras nacionales y exigen una respuesta global que se centre en los peores problemas: la contaminación del aire, química y por plomo. Una interfaz científico-política formal y con apoyo mundial puede orientar las intervenciones informadas, la investigación y la financiación de la ayuda. Además, una transición rápida y masiva de todos los combustibles fósiles a energías limpias y renovables puede ser una estrategia eficaz para prevenir la contaminación y frenar el cambio climático, logrando así un doble beneficio para la salud del planeta.